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No al Aborto
El Aborto. Según las enciclopedias
– el PRODIGIO, del latín prodigium, es un suceso extraño que excede los límites regulares de la naturaleza. Cosa especial, rara o primorosa en su línea. Milagro.
Y, VIDA, del latín vita, fuerza o actividad interna substancial, mediante la cual obra el ser que la posee. En este caso se dice también: VIDA MANIFIESTA. Unión del alma y del cuerpo. Espacio de tiempo que transcurre desde el nacimiento de un animal o un vegetal hasta su muerte. Duración de las cosas.
Para la Doctrina Espirita, hay VIDA MATERIAL y VIDA ESPIRITUAL, concepto este último sostenido por todas las religiones, sólo probado por el Espiritismo, según se desprende de su faz científica. Y justamente, basándonos en la ciencia oficial, vamos a hacer un recorrido por ese prodigio que es la VIDA y comprender su valor, en toda la magnitud, considerando que, no siempre le damos la importancia que ella tiene, propia o ajena, como recurso de la evolución del Espíritu inmortal.
Cuando el eminente Dr. L. HAMM, en 1677 descubrió el milagro de la fecundación, a través de una célula que sería descrita posteriormente por LEEUWNHOECK, localizó su atención en la minúscula célula que, fecundada, tiene la rara propiedad de reproducirse, por si misma, en 26 mil millones de células diversas, en el vivíparo humano, construyendo, de ese modo, todos los órganos y formas que constituyen el hombre.
El gameto fecundante, factor estimulante de tal prodigio, mide aproximadamente 52 a 62 micrones de largo; conviene recordar que el micrón representa la milésima parte del milímetro. Tal célula está constituida de agua, en un 90% y un 10% da materia sólida, de donde surge toda la organización física y fisiológica con el complejo bagaje de la vida para el ser humano. En ese sentido, un ligero examen de los glóbulos rojos nos hace encontrar en cada milímetro cúbico aproximadamente 5.500.000 en el hombre y 4.800.000 en la mujer. Para que tengamos una idea de tal volumen, sí nos fuese dado colocarlos en fila, ellos alcanzarían una extensión de 167.000 kilómetros. De esta manera, la sangre de un solo hombre conseguiría dar 5 vueltas en torno a la Tierra.
Sólo una inteligencia suprema, inconmensurable al entendimiento humano, pero que puede ser sentida en cada hombre, “en todo y en todos”, realizaría el prodigio de tales grandezas para la elaboración del vehículo que utiliza el Espíritu en su jornada evolutiva, cuando se encuentra en la Tierra. La armonía de las galaxias en sus graciosos movimientos incesantes, en el Infinito mediante aproximaciones y separaciones unas de las otras, obedece a un plan orbital trazado exprofeso, con una belleza inconcebible, en su visión de conjunto, aún para el más avanzado grado de estética intelectual, en el Orbe terreno. Dios transciende cualquier entendimiento y por eso es Dios. Y como dice LEON DENIS: “SOLO DIOS, POR TANTO, PUEDE ENTENDER Y DEFINIR A DIOS…”
Es muy difícil pensar, entonces, que el prodigio que nos revela la biología, tendría validez para sólo una existencia humana.
ALLAN KARDEC, el iluminado Codificador del Espiritismo, nos dice: “Es en estas circunstancias que el Espiritismo viene a poner un dique a la incredulidad, no sólo por la perspectiva que ella acarrea, sino por los hechos materiales, tornando visibles y tangibles al alma y a la vida futura… Una sola existencia corporal, es una manifestación insuficiente para que el Espíritu adquiera todo el bien que le falta y elimine el mal que le sobra… De esta forma, cada existencia es un paso hacia adelante, en el camino del progreso…
Y parafraseando a Kardec, repetimos nosotros: “…cada existencia es un paso hacia adelante en el camino del progreso…” Y cuán importante resulta esa nueva existencia que la sabiduría divina conjugó todo un mecanismo sorprendente para que ella se llevase a cabo, dentro de la planificación previa.
Cuando el proceso de la fecundación se complete, se esbozan las preliminares del milagro de la vida, en la Tierra.
Como consecuencia de la ruptura del FOLICULO de DeGraaf, que es la célula sexual femenina, tras la maduración debidamenteprocesada, eyectado por sobre la superficie ovárica, es luego recogida por el pabellón de la TROMPA de FALOPIO.
De la unión de los gametos, precedida por un avance más o menos de 2.5 cm. cada 8 minutos, por parte del ESPERMATOZOIDE, surge el CIGOTO (huevo) mapa del futuro ser humano, en los próximos 9 meses de gestación.
El Dr. Jorge Andrea dos Santos, en su libro DINAMICA PSI, con amplía esta visión maravillosa, al comentarnos:
El huevo, en su formación, es el resultado de la conjugación del espermatozoide y del óvulo. Sabemos que un único espermatozoide penetrará el óvulo, a fin de transformarlo en huevo. En una eyaculación existen millones de espermatozoides buscando una única célula. ¿Cuál sería la explicación biológica de esta desproporción? ¿Una única célula femenina circundada por millones de espermatozoides? Comprendemos que los procesos de la vida se preserven cuanto a un fracaso si un espermatozoide falla, en busca del óvulo, otro ocupará un lugar destacado, de inmediato. En este caso, si fuesen 100 o 500 espermatozoides, la naturaleza estaría bien repartida: pero millones de espermatozoides en la fecundación del óvulo, es realmente desproporcional. Deberán existir otros eventos ligados a la fecundación que impongan esa carga incontable de células masculinas.
Sabemos de la asistencia de los campos espirituales en los seres vivos y en el hombre, alcanzando gran complejidad. El Espíritu, representando los verdaderos campos de la vida, influencia y orienta toda la organización material que ayudó a desarrollar y madurar. Lo que equivale a decir que, las energías espirituales se encuentran difundidas por toda la organización del ser. Los 60 TRILLONES de células, promedio, que el hombre adulto posee, obedecerían a influjos energéticos del Espíritu que, de esa forma, inundarían las usinas microscópicas con los efluvios de su constante irradiación. Esto se observaría, también, como las células móviles del cuerpo humano se dislocan en este océano energético, tal como acontece con las células sanguíneas.
Los espermatozoides, al ser eyectados, en el paroxismo sexual, llevarían consigo energías que permitirían sus respectivos dislocamientos en los conductos femeninos. Pero, la cantidad de esas células, en cada eyaculación es inmensa; por eso creemos que los espermatozoides, de a millones envolviendo al huevo y después de su desaparición en torno del mismo, continuaría la corona ovular siendo sustentada y envuelta con las energías especificas de esas células.
El Espíritu al reencarnar, sintonizando con el periespíritu materno y atraído hacia el sector de la fecundación, en este lugar, para insertarse y ajustarse al huevo que progresa, posiblemente utilizaría las energías de envoltura del huevo representadas por el campo energético que las células sexuales pueden ofrecer. Esas energías podrían servir de solidificación de un campo de defensa, un verdadero escudo o coraza vibratoria, a fin de que el espíritu reencarnante, de ese modo protegido, utilizase, para su definitiva fijación en los cromosomas de las células embrionarias, más precisamente en los genes, por donde el código genético tendría su expresión.
Si pudiésemos tener una visión del huevo en esta fase inicial, 48 horas después de la fecundación, casi no veríamos espermatozoides vivos, empero, la medalla ovular se presentaría con una intensa aura protectora impidiendo que vibraciones de otra categoría, perturbasen la armonía del más importante evento biológico.
Maravillados aún con la realidad que la técnica científica acaba de mostrarnos, confirmando las apreciaciones del Dr. Jorge Andrea. Resaltamos el hecho de que más allá de las circunstancias que en el Plano Espiritual proyectan una nueva existencia corporal, con toda la planificación y preparación que ello implica, donde se ponen en juego merecimientos propios o ajenos, intervención de Espíritus Superiores, como nos es dado apreciar en toda la literatura espirita, mediúmnica o no, la meticulosidad y realizaciones llevadas a cabo desde el momento de la gestación hasta el desarrollo total del feto, nos deben llamar la atención hacia el PRODIGIO DE LA VIDA, cuánto ello representa y su objetivo principal: El progreso espiritual de cada ser.
Mas, aún ignorando todo este accionar en torno a la vida, no podemos justificar la práctica del aborto, práctica ésta que se viene generalizando, legalmente o no, pero que pone al descubierto uno de los negocios más tétricos que es posible imaginar, sino que el infanticidio que se lleva a cabo diariamente, sobre todo en los países llamados desarrollados, es tan alarmante que, ha sonado la hora en que los Espiritistas salgamos de la “isla” que suponemos vivir, para encarar una da las mayores problemáticas que se enfrentan en la actualidad.
Es aún el Dr. Jorge Andrea quien nos habla sobre el tema: “Siendo el aborto la pérdida del producto de la conjugación, las energías allí contenidas, deben sufrir procesos que se reflejarán en la organización femenina, con mayor intensidad si hay provocaciones. El Espíritu, designado por varios motivos, a ocupar el crisol reencarnatorio lo hace, en la mayoría de las veces, en estado de sueño, para no interferir en el proceso, puesto que es nuestra condición evolutiva quien así le exige.
El proceso del aborto, de cualquier naturaleza o grado, siempre constituye un sufrimiento para el Espíritu. Sufrimiento soportado y entendido cuando las causas son comprensibles: empero, si las reacciones fuesen provocadas, a fin de destruir el producto de la concepción, cuando el Espíritu despierta y, dentro del sufrimiento, descubre que fue desalojado por motivos desatinados, se vincula a los responsables y desencadena el proceso obsesivo. El campo para la instalación fue abierto y sin defensas por las vibraciones desequilibrantes de aquel que interfirió, indebidamente en el mismo.
Las causas que llevan al aborto son innumerables y para una mejor comprensión y abordaje del asunto, conceptuémoslas como:
CAUSAS INTERNAS, ligadas a la propia madre y CAUSAS EXTERNAS, relacionadas con las influencias extra ? orgánicas.
En las causas internas, tendremos dos posiciones: las VOLUNTARIAS y las INVOLUNTARIAS.
En las causas voluntarias tenemos un ejemplo bien expresivo. Es la mujer que no desea la gravidez, considera que tendrá un período muy incómodo, sujeta a perder las formas, rechazo del cónyuge, al lado de las naturales modificaciones metabólicas del organismo. Con eso, pensando en todas estas condiciones, inicia una mentalización negativa para el producto de la procreación, al punto de que algunos son dislocados y se manifiesta el aborto. Esto constituye una causa voluntaria.
La voluntad de no tener un hijo, nutrida por pensamientos desordenados que conducen a una constante monoidea, principalmente en las primeras semanas, cuando el cigoto, el huevo o bien, el producto de la conjugación aún no se encuentra bien fijado y también amparándose en los pensamientos maternos, muchas veces desorganizan y acaban desestructurando los campos protectores de las energías que circundan al futuro ser.
Las causas involuntarias están relacionadas por las infecciones y otras enfermedades de muchos tipos.
Las causas externas están representadas por los métodos provocados, de cualquier naturaleza, con la finalidad de interrumpir la gravidez; o por la ausencia del Espíritu reencarnante. Algunas veces – caso raro – el huevo progresa con las energías que las células genéticas traen, empero, no existiendo un Espíritu reencarnante para continuar y comandar el proceso, el producto procreativo queda sin los impulsos y apoyo de la morfogénesis, se desintegra, respondiendo por el aborto.
Exista una causa que no puede ser olvidada y es cuando el Espíritu reencarnante se encuentran bastante desequilibrio y no consigue insertarse en el huevo, en la formación de su propio capullo. El Espíritu por sí solo acaba desintegrando las fases embriológicas; no consiguiendo la adaptación necesaria determina la destrucción de las células ovulares por falta de armonía. Además, los Espíritus, en estas condiciones de desaliño, cuando consiguen llevar adelante el proceso reencarnatorio, casi siempre dejan marcas profundas traducidas por futuras dolencias o deficiencias de muchos matices.
Dígase, de paso, que todo ese proceso se dará sin el conocimiento del Espíritu. Cuanto menos evolucionado es el Espíritu, mayor es el sueño reencarnatorio y más apartado de su conocimiento será el proceso. Al contrario, cuanto más evolucionado, mayor será su condición de participación. En nuestro planeta, considerando la faja evolutiva en que el mismo se encuentra, pocas Entidades presentan las condiciones para una participación más activa y consciente en su propio proceso reencarnatorio.
Las llamadas civilizaciones modernas están, a través de elementos interesados de algunos países, intentando la legalización del aborto. Bajo cualquier condición la realización del aborto representa matar y matar. Aun jurídicamente aceptado, “el aborto continúa siendo no moral”. Algunos países ya lo aceptaron, basados en falsas premisas, así como en posiciones indefendibles. Creemos que la legalización del aborto sería la victoria del desequilibrio y de la insensatez de los incapaces e incompetentes. Es preciso comprender que en la mujer grávida. No existe solamente un cuerpo físico en formación, sino un Espíritu también, reencarnante, sometido a procesos específicos, a fin de construir su propio casullo y ejercer sus experiencias en la dimensión material. Eliminar ese proceso es intervenir, negativamente, en uno de los grandes mecanismos de la vida. Las respuestas se harán presentes con reservas y adecuadas reacciones.
Existen aquellos que defienden la práctica del aborto en los casos de gravidez por estupro. Evaluamos la violencia de este acto, pero, aún así, el producto de esa procreación con determinado Espíritu reencarnante, está expresamente demarcado; es decir, el Espíritu reencarnante y la madre, dentro de un cuadro cármico, necesitan vivenciar tales eventos. Las reacciones de la vida son muy precisas y de profundas razones, que nuestro intelecto aún no está capacitado para determinadas evaluaciones.
Sólo una condición podrá ser aceptada; es el caso terapéutico, indicado por un adiestrado equipo de médicos delante de ciertas enfermedades que pongan en riesgo la organización materna. En esos casos, seria interesante que los médicos responsables y obligados a opinar conociesen los mecanismos de la reencarnación, junto a los actuales estudios de la ciencia biológica, a fin de sacar conclusiones y correspondencias ideales en la solución del caso.
La gran responsabilidad, en la práctica del aborto, esta relacionada directamente con el Espíritu reencarnante que delante del proceso, es despertada violentamente de su hibernación psicológica y del camino que la vida le impuso. Casi siempre reacciona ante la inexplicable violencia y como ya se encuentra imantado con la matriz, permanece aferrado, vibratoriamente, al periespíritu materno, arrojando sus reacciones de defensa y perjudicando a la madre culpable. En esos casos, el proceso de obsesión, seria inmediato y violento, bien diferente de aquellas obsesiones más lentas que las reacciones negativas de la vida, van permitiendo.
Este tipo de obsesión vinculada al aborto, como las demás, causa inmensos daños al responsable que permitió su instalación, como respuesta de la Ley. Sin embargo, cuando el aborto es terapéutico, el equipo de médicos, con vibraciones ajustadas y ampliadas por aquellas de los progenitores, encuentran, también, en los equipos espirituales adecuados, las defensas necesarias y la comprensión armónica de los elementos participantes del proceso: la madre imposibilitada y el hijo que no puede nacer.
Frente al aborto con pequeñas y diminutas excepciones (aborto terapéutico), el proceso representa una de las mayores agresiones biológicas; consecuentemente, uno de los mayores crímenes, por cuanto, el Espíritu adecuado al embrión es formación, se encuentra absolutamente indefenso. Es ley de la vida que una agresión de ese orden debe responder con reacciones de alta potencia negativa.
El conocimiento de las razones científicas que envuelven los procesos de la vida es muy importante, empero, más importante es aún, participar el conocimiento espiritual que a la cuestión que se esté tratando, envuelve. Un Espíritu reencarnante que ocupó un huevo y participó de su desarrollo inconscientemente, sólo debera ser apartado de ese escenario en casos excepcionales, que ya citamos. La gravidez es un mecanismo que, bajo cualquier condición, mismo en los casos de estupro, debe ser llevada e término. El niño debe nacer. El decir del incomparable Espíritu Juana da Angelís, por la pluma psicográfica de Divaldo Franco, en el libro ‘Después de la Tempestad’ es bastante expresivo:
Comúnmente, el Espíritu que llega al debido regazo materno, a través de circunstancia tan ingrata, se transforma en floración de bendiciones sobre la cruz de agonías en que el corazón femenino se despedazó…
La renuncia a sí mismo por la salvación de otra vida concede imponderables recursos de redención para quien se tornó víctima de la insidiosa trama del destino…
Y también la mediumnidad nos dice, esta vez a través de Francisco Cándido Xavier, con la autoría de José Guedes:
EL HIJO QUE NO NACIÓ
Fui traído a tu regazo, y te susurro bajito:
Madre, yo seré en la carne el sueño da tu sueno.!
Después, en plegaria ardiente, en ti mis ojos poso,
Pájaro fatigado ante la tibieza del nido.
Te abrazo. Eres para mí la esperanza y el camino…
De pronto – ¡oh! ironía:- en un caos pavoroso
Me expulsas con veneno y yo, bruto, me emponzoño
Serpiente oculta para herirte con escarnio.
Ya me disponía a dar el golpe extremo, cuando alguien surge que me obliga a dejarte danzando
En un hermoso salón donde el placer fulgure.
Pasa el tiempo. Hoy vuelvo… Es el amor que en mi arde.
Pero te encuentro, oh: madre, gimiendo, triste y tarde,sombra que fue mujer, enjaulada en la locura.
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08/11/2024