El talismán divino
Los familiares entablaron interesante exposición, acerca de las facultades sublimes de que el Maestro daba testimonio amplio, curando locos y ciegos, cuando Isabel, la celosa madre de Juan y Tiago, indagó, sin preámbulos:
—Señor, ¿tendrás contigo algún talismán de cuya virtud podamos disfrutar? ¿Algún objeto mágico qué nos pueda favorecer?
Jesús posó en la matrona los ojos penetrantes y habló, risueño:
— Realmente, conozco un talismán de maravilloso poder. Usando sus milagrosos recursos, es posible iniciar la adquisición de todos los dones de Nuestro Padre. Ofrece la descubierta de los tesoros del amor que resplandecen alrededor de nosotros, sin que les veamos, de pronto, la grandeza. Muestra el entendimiento, donde la desarmonía castiga los corazones. Abre la puerta a las revelaciones del arte y de la ciencia. Extiende posibilidades de luminosa comunión con las fuentes divinas de la vida. Invita a la bendición de la meditación en las cosas sagradas. Reanuda relaciones de compañeros en discordancia. Abre pasajes de luz a los espíritus que se demoran en las sombras. Permite benditas cosechas de alegría. Se reviste de mil oportunidades de paz con todos. Indica vasta red de sendas para el trabajo saludable. Revela mil modos de enriquecer la vida que vivimos. Facilita el acceso del alma al pensamiento de los grandes maestros. Da comunicaciones con los manantiales celestes de la intuición.
— ¿Qué más? — dijo el Señor, imprimiéndole énfasis a la pregunta.
Y después de sonreír, complaciente, continuó:
— Sin ese divino talismán, es imposible comenzar cualquier obra de luz y paz en la Tierra.
La mirada de los oyentes permutaba expresiones de asombro, cuando la esposa de Zebedeo inquirió, sorprendida:
—Maestro, ¿dónde podremos adquirir semejante bendición? Dinos. Necesitamos de ese acumulador de felicidad.
El Cristo, entonces, añadió, de buen humor:
— Ese bendito talismán, Isabel, es propiedad común a todos. Es “la hora que estamos atravesando”... Cada minuto de nuestra alma permanece revestido de prodigioso poder oculto, cuando sabemos usarlo en el Infinito Bien, porque toda grandeza y toda decadencia, toda victoria y toda ruina son iniciadas con la colaboración del día.
Y delante de la perplejidad de todos, remató:
— El tiempo es el divino talismán que debemos aprovechar.
Jesús en el Hogar - Chico Javier
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08/11/2024